El destino nos jugo de tal manera que decidió darnos un tiempo juntos, unos meses a solas, metidos en las cobijas, bajo la lluvia, el sol, las nubes, y el firmamento que era testigo de los eternos idilios en los que nos perdíamos por horas que parecían días enteros, recuerdos que parecían de ensueño...
Tus besos, mis halagos, tus suspiros...
Nada de lo que ocurrió pareció real en ningún momento.