Los que pasan sin decir nada, los que me ven como bicho, los que me ven diferente.
Y las personas que nunca se van.
De nada o mucho sirve hundirme en las notas del piano, ahogarme en lágrimas, y no ver más que oscuridad. Todo es tan efímero, nada tiene sentido. La monotonía de ver las cosas siempre igual, aunque todos se vayan, aunque mis exámenes me ahorquen, aunque necesite volar.
Mi mente no le da sentido nada.
No existe motivo viviente para querer decir, hoy, trataré de sonreír. Solo hasta que el sol falso se oculta. Los gritos comienzan, y de entre los arboles, tu silueta camina hacia mi. “No te preocupes, ya nada será igual. Cierra tus ojos, es hora de soñar...” Un mundo donde solo vivamos tú y yo. Donde no importe nada más que las diminutas letras frente a mí. Y entonces tú, con una palabra, sanarás todo en mí.
Te amo...
EM
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