viernes, 19 de diciembre de 2008

5 de la mañana con 27 minutos...

Estoy sentada en el mismo lugar de siempre, con el mismo insomnio de todas las noches, unas cuantas dudas acerca de unas canciones y mil recuerdos en mi mente, siento mi mano torcida y el pie derecho comienza a dormirse bajo mi peso. Recuerdo vagamente los nervios que sentimos antes de que se abra el telón, recuerdo vagamente a mi mejor amigo sonriéndome mientras inventamos cualquier estupidez para pasar el rato. Recuerdo tus bostezos mientras te abro mi mundo. Son las 5 de la mañana y mi cabeza me pide a gritos un poco de descanso. Escucho la música tan cerca de mi, y pienso, en todo lo que ah sucedido de agosto para acá, cambie de sobremanera mi forma de ser, cambie de sobremanera mi forma de actuar. Y es que tu sonrisa no me deja en paz. No recuerdo cuando fue que te metiste en mi cabeza, mas si todas y cada una de las tardes a tu lado, todos y cada uno de los días en los que deseo estar inconsciente durante algún tiempo, para salir de esta mi vanidad que me consume lentamente, es imposible ver en la oscuridad. Es imposible saber en donde estoy. Lo pienso, lo deseo y te abrazo todos los días, a todas horas, esperando que me recuerdes, que te importe.

Suelo guardarme todas las cosas que llaman mi atención por mas insignificantes que sean, suelo guardar todos los papeles en los que escribo cualquier frase que me invada el pensamiento, mi cuarto es un caos con orden, mis uñas negras, mi cabello desaliñado, mi ropa negra y las hojas llenas de dibujos que cuelgan de mis cuatro paredes me gritan cosas que me eh rehusado a escuchar desde hace mucho tiempo atrás. Tengo mas libros que ropa, mi gato parece entenderme mejor que los que dicen escucharme, y mis marcas sobre los brazos ya no lastiman. Procuro ya no llorar como antes (o mas bien, ya no sé cómo hacerlo) olvidé un motivo, olvide las razones. Este dolor de cabeza me ciega, como mis visitas a tu consultorio, y de eso, mis interrumpidas y fracasadas anorexias, mi compañera de crimen, mi materia reprobada, eh intentado hacer lo mejor que puedo, a mis 18 años nunca eh sentido amor, mas que el asco que no llegue a comprender cuando tenia 5, mi perdida de virginidad a los 15, mis recuerdos bajo las sabanas terminan por lastimarme mas de lo que parecen ayudarme, mis 3 intentos de suicidio, mis largas depresiones... no hago otra cosa mas que hablarme de mis tragedias. En mi diario no existen mas que palabras llorándome, suplicándome, añorando, poder salir algún día de ahí, con suspiros, esos que tanto te fascina verme. Con tus ojos pequeños, con tu mirada calmada. Y me dices… soy vanidosa.

Solo y simplemente por el hecho de querer hablar conmigo otra vez. Y como siempre, terminé escribiéndote algo que sé, jamás llegarás a leer... no es más que mi mente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tus letras como siempre llenas de sentimiento.
Buena semana.
Saludos.