Ni siquiera lo pienso, la idea de tenerlo en
mente la mayor parte del tiempo repele cualquier deseo.
No necesito pararme a respirar. No necesito tener
presente la idea de dejarlo atrás, mi ansiedad me come los sueños, se apodera
de ellos cuando veo fijamente un firmamento que me grita desde lejos, no estás
sola.
Brillan, tanto y tan fuerte, gritando en el deseo
de callar, callando en el deseo de gritar eternamente ideas que han visto desde
tiempos efímeros, desde que todo el mundo olvido, desde que en mi faz se hizo presente
la caída de un cuerpo más etéreo y amorfo que mi imaginación.
No pertenezco a este lugar. Sin embargo no puedo
vivir sin el.