lunes, 10 de mayo de 2010

y se pregunta... ¿escribir o no?


Y medita en silencio, aferrándose a la oscuridad de la noche a punto de morir, esperando el comienzo, un nuevo amanecer, como si con él, le trajera el alivio de haber pasado la profundidad, haber soportado horas en vela intentando evitar un sueño pausado, tan profundo como su noche. Ella lo espera, como se esperase cualquier otra cosa anhelada en el mundo, mientras imagina que con él, vendrán cosas nuevas, imágenes nuevas, sensaciones diferentes. Solo espera, para descubrir que no vuelve a ser más que el mismo, el amanecer que todos los días toca a su ventana y se convierte en rutina, una rutina totalmente monótona que se pierde entre las tareas ajetreadas, un mismo lugar de trabajo, mismas palabras, mismas personas... y después, anhelar la obscuridad, su obscuridad y la profundidad del silencio, la intimidad de su nuevo comienzo, para notar en su espera, una esfera de creatividad, para sentir, pensar y crear cosas nuevas, en su silencio nunca monótono, en su imaginación perturbada, en sus ojos, en el ventanal, en su respirar, en su soñar...

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