Y un día así, decidir ser parte del mundo, decidí salir a la calle no solamente a caminar, si no a observar a todos, a todo y respirar en un vaivén de ideas que se abruman en mi cabeza, que me callan las ideas y se dispersan como agua salada, vienen y van, se esconden en un cielo medio nublado y en la idea de que el calor me aterra.
Un día decidí volver al mundo, escribir y guardarme lo que no me agrada de toda la maraña a la que me enfrento cotidianamente. La vida me aterra mas de lo que hubiera imaginado...